JUAN SEBASTIAN VERON

Por Juan Carlos Bossio

Salió de la cancha como si se tratara de un cambio más: "sale el 11 entra el 14".  

Como tantas veces, caminó hacia afuera con la cabeza gacha y el cansancio a cuestas. Pero esa tarde la ovación fue mayor y lo obligó a detener su marcha, levantar la pelada, pasear la mirada húmeda por cada sector del estadio, alzar las manos y agradecer con su aplauso el cariño de la gente.    

No hubo en su salida gestos grandilocuentes. Ni besos a la camiseta, ni puñetazos al corazón. Lo único estridente bajó de la tribuna donde la hinchada estalló de emoción al despedir a su ídolo.

   

Saludó a Damonte, cruzó la línea de cal, se abrazó con Pellegrino, apretó las manos de los suplentes, de los colaboradores, ocupó un lugar en el banco y se quedó mirando el partido. 

Después, frente a decenas de micrófonos, no le quitó trascendencia a su retiro pero tampoco le agregó dramatismo. Habló del final de una etapa, del paso del tiempo y dejó el mensaje de un tipo que está en paz: "...al fútbol no le puedo pedir más, ya me dio y le di todo".

A los 39 años, Juan Sebastián Verón salió de la cancha para culminar su carrera de futbolista. Nació en Estudiantes, pasó a Boca y después se fue a Europa para jugar en los clubes más importantes. Allí ganó muchos títulos y también mucha guita y cuando todavía podía seguir ganando más, volvió a Estudiantes para cumplir el sueño de salir campeón en su club. Y lo logró, en el torneo local y en la Copa Libertadores.  

Hasta el último día, dejó todo en la cancha. Buen pie y cabeza lúcida. Pases costos, pelotazos largos. Generoso despliegue físico. Lo aplaudieron en todas las canchas y también lo putearon y cada vez que fue a patear un corner en cancha ajena se comió que le gritaran "el que no salta es un inglés", por su paso en el fútbol británico y por no haber ganado un título con la camiseta nacional, un sueño que le quedó pendiente.

Su pase a retiro también deja un legado silencioso pero contundente: coherencia personal, ética profesional y espíritu deportivo. En lo mejor de su carrera cumplió con su palabra; fue ejemplo de entrega y lo demostró con la misma entereza en los grandes escenarios internacionales y en los modestos campos de la Liga platense. 

Estas convicciones son las que, seguramente, se proyectarán a otros ámbitos de la actividad deportiva. Los hinchas de Estudiantes abrigamos la esperanza que -como en la cancha- si él está en el club algo bueno nos va a pasar.

En tiempos en que la sobreactuación enmascara la mentira y cualquier cacatúa cobra para aparecer en cualquier foto, Verón escribió la sinfonía del amateur. Hizo realidad la ficción literaria de Eduardo Sacheri en "Esperándolo a Tito" y puso en valor sentimientos en vías de extinción como el amor a la camiseta.    

"...Y...esta es mi casa. Aquí nací y aquí me retiro...", dijo para explicar con absoluta simpleza el principio y el final de una trayectoria impecable, una proeza deportiva y una leyenda que recién empieza.