El Club

Por Darth Vader

Heredé de mi vieja la buena memoria, esa que registra de todo, durante todo el tiempo.

A veces útil, a veces al pedo, generalmente para cosas buenas y como en todos los órdenes de la vida también para las broncas.

Desde cuando tengo registro de las cosas, suele variar, pero si desde muy chico.

El club que yo recuerdo tiene que ver más con la vida en el Estadio y con la Sede, que con el Country.

Imborrables imágenes y olores, aquellos que registré más o menos desde los 9 años, cuando con Guille arrancábamos con la ceremonia de ir a tomar el 214 desde Los Hornos y cruzarnos toda la ciudad hasta 1, entrar por la arboleda de 55 después de cruzar el portón, con los vestuarios y la cancha a la derecha y las canchas de tenis a la izquierda (todas de dobles menos una que solo era singles), esas donde Delca dio tantas clases durante años.

Llegar hasta el playón donde se jugaba al handball, pasar por la administración, la pileta detrás de la techada, el buffet con la coca cola más fría y más rica que jamás probé.

Los dormis, donde uno veía a los muchachos de la primera que entrenaban en la cancha auxiliar, esa donde los sábados podía quedarse al lado del alambrado mirando como el Narigón daba instrucciones, con La Bruja padre en ojotas caminando el club, como ahora lo puede hacer Sebastián.

Moverse por adentro del estadio y vivir el club.

La otra parte de mi registro tiene que ver con el edificio que el Citi tiene enfrente de su laburo, ese que contempla todos los días.

Mi viejo laburaba en una constructora en 7 y 55, entonces despuntaba el vicio como pelotari, junto con el tío Jorge y otros conocidos en común en la Sede, quienes han llegado a representar al club en competencias por esta actividad.

En la sede también pasé parte de mi vida, porque alguna vez intenté la actividad del frontón en el 4to. Piso. (ahora venido a menos y con una red en el frontón para que entrenen los chicos de vóley)

Recuerdo el olor a pinotea, el ingresar antes de las tantas remodelaciones por el majestuoso hall rodeado de copas, pasar al fondo e ir a la pileta en invierno o pasar los mediodías a la salida del Comercial a ver jugar a la pelota paleta, ver a los judocas, o a los de vóley y básquet.

Confieso que lo que menos viví fue el Country, pero eran otras épocas.

El sábado 13 fui a la Sede, invitado por Guille, a ver las categorías de Vóley. Con mucha garra están sacando ese deporte a flote nuevamente. Ingresé a la Sede y rememoré todo, cosa que ya se había activado cuando fui a votar.

Todo esto lo digo, no solo porque ya estoy viejo y melancólico, sino porque creo seriamente que en su fuero íntimo Sebastián está buscando retornar a las fuentes. Volver a encaminar un club con actividad social, que incluya a la comunidad.

Nada… estas palabras son para decir que ojalá se logre, porque al menos ese es el club que a mí me gusta y me gustó desde siempre, el que además de tener logros futbolísticos que nos enorgullecen, también sea un club que forme parte de nuestras vivencias cotidianas.

Una extensión de la familia y que vuelva el “Me voy al club…” (sea la sede, el estadio o el country) y que eso se escuche cada vez más.