Sobre la hipocresía

¨Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad,

es hora de comenzar a decir la verdad¨

Bertolt Brecht

Hacia fines de 2011, el sitio web Canchallena hizó una encuesta sobre cuál era la Mejor Selección Argentina de todos los tiempos, incluyendo todos los deportes. Fueron 50 los periodistas de distintas disciplinas los que votaron y resultó ganadora (y con amplio margen) la Generación Dorada de Básquet, medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

El presente análisis no tiene como objetivo discutir esta elección sino dejar en evidencia la incoherencia que tienen ciertos periodistas en su visión de los distintos deportes. Cómo aquello que destacan y ponderan en una disciplina, es vituperado en otra. En criollo, cómo una característica determinada es laudatoria en un equipo de básquet y peyorativa en uno de fútbol.

En primer lugar, si analizamos las facetas que se han destacado del equipo comandando por Manu Ginóbili, irremediablemente caeremos en la cuenta que aquellos preceptos enarbolados por la Escuela Pincharrata finalmente, y en otro deporte, han sido reconocidos.

En el marco de una Selección con jugadores talentosos (aunque con tan sólo una o quizás dos estrellas), los periodistas coinciden en destacar estas cualidades indispensables para conseguir el objetivo: ¨trabajo, unidad, solidaridad, profesionalismo, hambre, sacrificio, disciplina táctica, generosidad, mentalidad, planificación, despliegue físico y humildad¨. ¨Primero el nos y después el yo. Cada uno dejó su lucimiento personal por el bien colectivo¨.

Si no supiéramos sobre qué equipo son emitidas estas opiniones, tranquilamente podríamos pensar que están describiendo los valores que tenía el Estudiantes de Don Osvaldo Zubeldía.

También destacan (en el básquet, claro) el RESULTADO. ¨Por los logros¨, ¨por ser ganadores¨ ¨por continuidad en el nivel más alto¨, ¨porque le ganaron a los mejores¨, ¨por ser Campeones Olímpicos, la instancia máxima¨, ¨por los hitóricos resultados¨.

Teniendo en cuenta la característica de aquel equipo y los resultados obtenidos, bien vale la pena hacer un sencillo análisis de cómo se consiguieron estos logros. Sin ser eruditos en la materia, podemos darnos cuenta que La Generación Dorada hizo de su defensa extraordinaria la bandera del triunfo. El bajo goleo en el aro propio fue la conditio sin equa non para alcanzar los objetivos.

A modo de ejemplo sirven los partidos con Estados Unidos en 2002 y 2004. De antemano y con humildad (virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento) la Argentina se sabía con más limitaciones que su rival, que nunca había perdido por torneos FIBA. Bajo ningún punto de vista se le cruzó a Magnano y sus muchachos la loca idea de intercambiar golpe por golpe contra los reyes del basketball. Muy por el contrario, sabían que si no defendían de forma superlativa el triunfo era una quimera. Y ejecturon una planificadísima táctica y estrategia para neutralizar el poderío ofensivo de USA. ¿Antibásquet? ¿Especuladores? ¿Poco ambiciosos? No. Parece que sólo en el fútbol son válidos estos conceptos.

Pero la Generación Dorada no se quedó exclusivamente en esa planificación del trabajo defensivo. Para alcanzar títulos se necesita también del ataque, desde luego. Y Argentina atacó con las variantes propias que le otorgaban las características de los jugadores. Seguramente no con la vistocidad ofensiva de los NBA, pero sin dudas con la eficacia necesaria para lograr el RESULTADO. Y chau pinela.

Queda como reflexión entonces la incoherencia con la que se analiza el fútbol en relación a otros deportes. Si Argentina en básquet especula para derrotar a Estados Unidos está todo bien (lo mismo en rugby frente a las potencias). En cambio, si lo hace un equipo de fútbol que se sabe inferior al rival lo acusan de no proponer nada. Esta es la rara filosofía de aquellos periodistas que se quedaron en la prehistoria del deporte y que aún hoy manipulan el discurso a los espectadores para, parafraseando a Harry Truman, ¨confundirlos sino pueden convencerlos¨.

¡Ah! En primer lugar en su deporte y por amplio margen, está la extraordinaria Selección de Carlos Bilardo de México 1986.