Humo y contradicciones

Por el Dr. Johnny Strabler

Tal vez sea el momento, tal vez sean ciertas frases que por momentos apruebo mas no puedo cumplir a rajatabla, tal vez sea la certeza de saber que no lo veré mas con el once en la espalda. Tal vez hasta sea aquel comment (del veintipico de mayo) casi críptico del Gringo hablando de llaves, cerraduras, Cadorna y carpetas. O tal vez sea simplemente el hastío y fastidio que me provocan el ataque constante y sin razón a mi querido ESTUDIANTES.

Ahora que ya está develado el “misterio” (si, entre comillas) del nuevo técnico, no puedo dejar de repasar ese periodo pleno de humo que medió entre la salida del querido Vasco y la designación de Diego Cagna. A propósito de la materialización del vínculo con este entrenador, me parece ocioso reseñar su trayectoria, ya que ésta es breve y ya se han explayado los medios especializados (cuack!).

Sí me parece importante destacar su característica de hombre silencioso, no muy dado a la exposición ni a las declaraciones rimbombantes. Bajo perfil, como se dice. Es un rasgo que tiene consonancia con ESTUDIANTES, así como también lo tiene su contracción al trabajo.

Pero no es el nombramiento de Cagna lo que me lleva a escribir estas líneas. El motivo, por más que sea reiterado, es el destrato al que se somete a nuestro Club, encontrando en cualquier aspecto de su actividad, razones suficientes para criticar malamente y llegar a la descalificación.

Escuché hace un tiempo a un par de periodistas mientras criticaban con fiereza esta última etapa en el proceso de búsqueda de técnico. Admito que, “para mi, eh!”, nuestra dirigencia no ha sido prolija y por momentos “demasiado comunicativa”.

Pero de allí a criticar despiadadamente las alternativas que se manejaron porque hayan sido técnicos con estilos diametralmente opuestos unos de otros, y tratar de igualar lo inigualable, ya es demasiado, hasta ofensivo. Me indignan las pequeñas mentes que no alcanzan a entender que lo que perseguimos los Pinchas no es ni más ni menos que el TRIUNFO, sea con el estilo que sea.

¿Qué somos capaces de sacrificar en pos de ese fin? Casi todo, excluyendo el laburo, la entrega, el no claudicar, el sacrificio. Esos aspectos no se negocian. De ahí nuestra identidad.

Repito conceptos que ya he vertido en este espacio: de acuerdo a la situación económico financiera del Club y el material humano con que cuento será mi forma de jugar. Por lo tanto, iré acomodando mi sistema interno de acuerdo a lo que me va planteando el entorno. Caso contrario, inevitablemente caeré en la fatal entropía.

Jugar con movimientos híper mecanizados, estudiados hasta la obsesión, repitiendo ensayos hasta el cansancio, ¿es propio de ESTUDIANTES? Desde ya que si.

Esperar atrás, revoleando la pelota y mordiendo en el medio para forzar el error del rival, ¿también? 

Si, por supuesto. 

Atacar de principio a fin, plantando mi ultima línea de defensa a siete (cuack) metros delante de nuestra área, ¿también? Desde luego

Jugar sin un centrodelantero y que los goles los hagan volantes y defensores llegando por sorpresa, ¿también? Si, claro.

“Entonces ESTUDIANTES no tiene un estilo definido” podría afirmar algún desprevenido y/o malintencionado. La respuesta es simple: nuestro estilo es el que nos lleve al triunfo y nuestro método el trabajo.

Los vendedores de humo se horrorizan porque los técnicos “en carpeta” fueron Pellegrino, Pelusso, Sampaoli, Vivas, Fossati, Bauza, Arruabarrena, Palermo, Alfaro y Franco, entre otros. Estos mercaderes de la palabra llegaron al colmo de comparar esa aparente y falaz contradicción con la que perpetró no hace mucho un club de otra divisional, en otro desesperado intento de nivelar hacia abajo.

Entiendo (no comparto) que algunos hombres de prensa se ajusten a las líneas que les marca su empleador, pero argumentos tan forzados e interpretaciones tan maniqueas como las descriptas, ya son lindantes con la vulgaridad intelectual.

Y eso, me ofende, me irrita. Aunque en realidad da pena. Juegan como si fueran parte de la interna del Club y se escudan detrás del carnet de periodistas. Algunos ni patearon un cuero y no pueden ordenar las cuentas de su casa. Puestos tras un micrófono, pagos u obedientes, responden a un esquema insostenible.

La Historia no los respalda. La Realidad menos.