Por Dani Cajade
Contaba el Comandante una anécdota del Cura, allá por 2003, cuando Carlitos Cajade, como era su costumbre y pasión, paseaba por el cantri feliz y tranquilo. Por entonces merodeaba prácticas, hablaba con viejas glorias (algunas de las cuales había dádoles casorio) y aconsejaba las almas decaídas de veinteañeros futuros crás, que por entonces recibían duchas de insultos.
Amigo Psycobolche, le dejo una anécdota que quizás ud ignore y que me fuera referida por el médico del plantel de aquel entonces.
Luego del hilarante episodio del Gatorade en cancha de River, nuestro colega el Dr. Bilardo queda muy afligido por las críticas impiadosas de sus enemigos.
Entonces decide demostrar en el partido siguiente (jugado en 57 y 1) que él era una buena persona.
Para hacerlo pensaba contar con la ayuda del entrañable tío suyo.
Sus propósitos se vieron frustrados por miembros de la CD, que interceptaron en la entrada de la concentración al curita y evitaron que Carlos Salvador Bilardo salga a dirigir al equipo...
En sotana!!!
Esta anécdota me recordó otra historia de por entonces, que en las reuniones etílicas de Villa Argüello nunca falta. Casi siempre la cuenta el Mochila que, entre risas y nudos de garganta la recuerda exactamente:
“Una tarde estábamos acá todos de siesta cuando cae el Cura. Él pasaba siempre a tomar unos mates tipo cuatro o cinco de la tarde. Pero esa vez se vino a las dos. A esa hora siempre había siesta en el barrio y nadie te abría una puerta. Desierto total. De pedo si lo encontrabas al Ruso en la canchita de 127, tomando una Cristal al rayo del sol, al son de “sólo tiran piedras, son los putos de Saavedra”.
En fin... riiing riiing. Como ocho veces tocó el timbre. Al final le abrió mi vieja. Y cuando fuimos a recibirlo nos encaró raudamente el Cura, como sin poder esperar un segundo más para contarnos lo que le acababa de suceder.
- ¿Qué pasa Carli que hinchás las pelotas a esta hora?- le dice mi mamá.
- Pasa que lo puse al tucumano de tres. ¿Podés creerlo?-le responde a medida que le da un beso.
- ¿¡Que quéeee!?
- Sí, porque me preguntó Bilardo a quién veía mejor... ¡y me hizo caso!
- No sé cómo te abren las puertas de ahí todavía, ¿no te sirvió de escarmiento cuando le sugeriste un cambio a Cacho y te sacó del orto?
Mi vieja en tono protestón, se le puso de costado, como dándole el paso. Pero el tipo venía a mil, no podía esperar lo que iba a contar, así que decidió hacerlo agarrado a la reja:
- Sí, sí, Tere, pero ahora fue distinto. Venía del Hogar por el aeropuerto cuando me llama un tipo del club y me dice que Bilardo me quería en el Cantri. Yo estaba yendo a una reunión de no se qué carajo pero me hice el boludo y me rajé para City Bell. Llego, los titulares entrenaban y los suplentes hacían jueguito y qué se yo qué más. Me quedo en el alambrado un rato y enseguida el Narigón me relojea. Para la práctica, caga a pedos a uno de los pendejos nuevos y me llama con la mano. ¨¿A mí?¨, le hago la mímica. Y me hace el mismo gesto pero más exaltado. Entonces, agrandado, rodeo el alambrado, me meto en la cancha y casi al borde de la línea lo saludo. Ahí nomás le hace un gesto a Lemme y le dice “seguí vo´ y fijate bien eso”. Me agarra del hombro y ya me temblaban las patas…


Transpirado, respirando entrecortado, y apenas manteniendo la postura, ahora sí el cura se mete en casa y pone la pava. Con mi vieja no podíamos creer la emoción que traía, siendo un tipo que se codeaba con grosos de toda clase. No paraba de hablar un minuto. Chifla la pava y se sienta en la mesa. Se arremanga la camisa y nos detalla el diálogo.
-Necesito que me ayudes- me dice Bilardo.-Vos que estás con los jugadores, que les hablás y los escuchás… ¿cuál está mejor?
- ¿Mejor? ¿Mejor de qué? Yo sí... es verdad... charlo, les doy algún que otro consejo, ¡pero de táctica ni medio! Usted sabrá cuál está mejor.
- No Padre, usté sabe ¡USTÉ, USTÉ!
- Y bueno… algo le puedo ayudar, qué se yo…
- De los de atrás, ¿cuál viene mejor?
- Y… el tucumano está con todas las ganas. Es un chico buenazo, muy humilde, tuvo una infancia brava, pero se tiene mucha fe. Compartí varias charlas y lo veo enfundado en confianza. Pero Carlos… no le pega a una vaca a un metro. Últimamente no caza un cuero.
- ¡Y eso qué importa!. Ya está. Era lo que quería oír Padre. Gracia´, Gracia´. Con un par de charlas lo convencemos de que es Batman. Este sábado lo metemos de tres y va a ver que la rompe.
Mi vieja y yo no le creímos demasiado. En realidad sí le creíamos el relato, pero no tanto que haya sido tan decisiva su intervención. De todas maneras, el sábado ese el tucumano jugó y si bien no hizo un gran partido, no volvió a salir de la alineación titular. Cuál de los dos Carlos estaba más loco no lo sabemos, pero de lo que no tenemos dudas es que parte esa locura, cada uno en lo suyo, los hizo genios.